·
En la literatura apócrifa judía existe un libro
que lleva el título de Cartas de Aristeas a su hermano Filócrates, que
se supone escrito entre los años 127 a 118 a. C. En esta obra se
narra un hecho histórico: En el reinado de Ptolomeo II
(285-247 a. C.) trabajaba en el Museo un bibliotecario llamado Demetrio
de Falero (o Falerio), un entusiasta de la biblioteca que luchó toda su vida
por su engrandecimiento. Demetrio rogó al rey que pidiera por medios
diplomáticos a la ciudad de Jerusalén el libro de la Ley judía y que también
hiciera venir a Alejandría a unos cuantos traductores para traducir al griego
los cinco volúmenes de dicho texto hebreo de la Torá (llamado después de la
traducción Pentateuco, en griego), es decir los cinco primeros libros del Antiguo
Testamento. Eleazar, el sacerdote de Jerusalén, envió a Alejandría a 72 sabios
traductores que se recluyeron en la isla de Faros (frente a Alejandría) para
hacer el trabajo, se dice que en 72 días. Se considera que esta fue la primera
traducción de la historia, a la que se llamó Septuaginta o Biblia de los
Setenta o de los LXX, porque redondearon el número de 72 traductores a 70.
·
En otra ocasión, Demetrio de Falero (que además
era un gran viajero), estando en Grecia, convenció a los atenienses para que
enviasen a Alejandría los manuscritos de Esquilo (que estaban depositados en el
archivo del teatro de Dionisos, en la ciudad de Atenas), para ser copiados.
Cuando se hacía una petición como ésta, la costumbre era depositar una elevada
cantidad de dinero hasta la devolución de los textos. Los manuscritos llegaron
al Museo, se hicieron las copias correctamente, pero no volvieron a su lugar de
origen, sino que lo que se devolvió fueron las copias realizadas en la
biblioteca. De esta manera Ptolomeo Filadelfo perdió la gran suma del depósito
cedido, pero prefirió quedarse para su biblioteca el tesoro que suponían los
manuscritos.
·
En el Concilio de Nicea (año 325) se decidió que
la fecha para la Pascua de la Resurrección fuera calculada en Alejandría, pues
por aquel entonces el Museo de esta ciudad era considerado como el centro
astronómico más importante. Después de muchos estudios resultó una labor
imposible; los conocimientos para poderlo llevar a cabo no eran todavía
suficientes. El principal problema era la diferencia de días, llamada spacta,
entre el año solar y el año lunar además de la diferencia que había entre el
año astronómico y el año del calendario juliano, que era el que estaba en uso.
- La biblioteca completa del
filósofo Aristóteles, su obra y sus libros se custodiaban en este lugar.
Algunos autores creen que la compró Ptolomeo II. Todo se perdió. Había
también veinte versiones diferentes de la Odisea, la obra La
esfera y el movimiento de Autólico de Pitano, Los Elementos de Hipócrates
de Quíos y tantas obras de las que no se conserva más que el nombre y el
recuerdo.
- En Alejandría las copias se
hacían siempre en papiro y además se exportaba este material a diversas
regiones. La ciudad de Pérgamo era una de las que más utilizaba el papiro,
hasta que los reyes de Egipto decidieron no exportar más para tener ellos
en exclusiva dicho material para sus copias. En Pérgamo empezaron a
utilizar entonces el pergamino, conocido desde muchos siglos atrás, pero
que se había sustituido por el papiro por ser este último más barato y
fácil de conseguir.
- Los papiros jamás se
plegaban: se enrollaban. Las primeras obras se presentaban en rollos (volumen
en latín). Cada volumen estaba formado por hojas de papiro unidas unas a
otras formando una banda que se enrollaba sobre un cilindro de madera. Los
textos estaban escritos en columnas, en idioma griego o demótico, con
tinta diluida en mirra. Los escribas utilizaban un solo lado y escribían
con una caña afilada, el cálamo. Los rollos estaban etiquetados, y
colocados en cajas que se depositaban en el interior de armarios murales (armaria),
ordenados por materias: textos literarios, filosóficos, científicos y
técnicos. Posteriormente, se hizo según el orden alfabético de los nombres
de autores.
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En la literatura apócrifa judía existe un libro
que lleva el título de Cartas de Aristeas a su hermano Filócrates, que
se supone escrito entre los años 127 a 118 a. C. En esta obra se
narra un hecho histórico: En el reinado de Ptolomeo II
(285-247 a. C.) trabajaba en el Museo un bibliotecario llamado Demetrio
de Falero (o Falerio), un entusiasta de la biblioteca que luchó toda su vida
por su engrandecimiento. Demetrio rogó al rey que pidiera por medios
diplomáticos a la ciudad de Jerusalén el libro de la Ley judía y que también
hiciera venir a Alejandría a unos cuantos traductores para traducir al griego
los cinco volúmenes de dicho texto hebreo de la Torá (llamado después de la
traducción Pentateuco, en griego), es decir los cinco primeros libros del Antiguo
Testamento. Eleazar, el sacerdote de Jerusalén, envió a Alejandría a 72 sabios
traductores que se recluyeron en la isla de Faros (frente a Alejandría) para
hacer el trabajo, se dice que en 72 días. Se considera que esta fue la primera
traducción de la historia, a la que se llamó Septuaginta o Biblia de los
Setenta o de los LXX, porque redondearon el número de 72 traductores a 70.
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En otra ocasión, Demetrio de Falero (que además
era un gran viajero), estando en Grecia, convenció a los atenienses para que
enviasen a Alejandría los manuscritos de Esquilo (que estaban depositados en el
archivo del teatro de Dionisos, en la ciudad de Atenas), para ser copiados.
Cuando se hacía una petición como ésta, la costumbre era depositar una elevada
cantidad de dinero hasta la devolución de los textos. Los manuscritos llegaron
al Museo, se hicieron las copias correctamente, pero no volvieron a su lugar de
origen, sino que lo que se devolvió fueron las copias realizadas en la
biblioteca. De esta manera Ptolomeo Filadelfo perdió la gran suma del depósito
cedido, pero prefirió quedarse para su biblioteca el tesoro que suponían los
manuscritos.
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En el Concilio de Nicea (año 325) se decidió que
la fecha para la Pascua de la Resurrección fuera calculada en Alejandría, pues
por aquel entonces el Museo de esta ciudad era considerado como el centro
astronómico más importante. Después de muchos estudios resultó una labor
imposible; los conocimientos para poderlo llevar a cabo no eran todavía
suficientes. El principal problema era la diferencia de días, llamada spacta,
entre el año solar y el año lunar además de la diferencia que había entre el
año astronómico y el año del calendario juliano, que era el que estaba en uso.
- La biblioteca completa del
filósofo Aristóteles, su obra y sus libros se custodiaban en este lugar.
Algunos autores creen que la compró Ptolomeo II. Todo se perdió. Había
también veinte versiones diferentes de la Odisea, la obra La
esfera y el movimiento de Autólico de Pitano, Los Elementos de Hipócrates
de Quíos y tantas obras de las que no se conserva más que el nombre y el
recuerdo.
- En Alejandría las copias se
hacían siempre en papiro y además se exportaba este material a diversas
regiones. La ciudad de Pérgamo era una de las que más utilizaba el papiro,
hasta que los reyes de Egipto decidieron no exportar más para tener ellos
en exclusiva dicho material para sus copias. En Pérgamo empezaron a
utilizar entonces el pergamino, conocido desde muchos siglos atrás, pero
que se había sustituido por el papiro por ser este último más barato y
fácil de conseguir.
- Los papiros jamás se
plegaban: se enrollaban. Las primeras obras se presentaban en rollos (volumen
en latín). Cada volumen estaba formado por hojas de papiro unidas unas a
otras formando una banda que se enrollaba sobre un cilindro de madera. Los
textos estaban escritos en columnas, en idioma griego o demótico, con
tinta diluida en mirra. Los escribas utilizaban un solo lado y escribían
con una caña afilada, el cálamo. Los rollos estaban etiquetados, y
colocados en cajas que se depositaban en el interior de armarios murales (armaria),
ordenados por materias: textos literarios, filosóficos, científicos y
técnicos. Posteriormente, se hizo según el orden alfabético de los nombres
de autores.